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Tu corazón también necesita consumir alimento para sobrevivir y realizar su pesado trabajo. Las encargadas de proporcionarle nutrientes son dos arterias denominadas coronarias, una derecha y la otra izquierda. Ambas se inician en la aorta, la gran arteria que recibe la sangre del ventrículo izquierdo, ubicada casi inmediatamente después de las válvulas aórticas.

Cada arteria coronaria suministra sangre a un área cardíaca, y para ello se subdividen en numerosas ramificaciones que dan forma a una red de vasos de menor tamaño que terminan conectándose unos con otros. Pero el proceso de división continúa, haciendo que las arterias más pequeñas vayan disminuyendo sus dimensiones hasta transformarse en capilares que se distribuyen por toda la masa del corazón en contacto íntimo con el miocardio. Este lugar es clave, pues es aquí donde sus delgadas paredes permiten el paso del oxígeno y los nutrientes, además de recoger anhídrido carbónico, ácido láctico y otros productos de desecho desde las células cardíacas.

Luego comienza el proceso inverso, en donde los capilares se entrelazan nuevamente para formar vasos de mayor diámetro, hasta crear las venas coronarias, que vacían la sangre en la aurícula derecha.

De acuerdo con investigaciones, se ha calculado que alrededor de una vigésima parte de la sangre que bombea el corazón va en su propio beneficio.

La segunda autopista

A pesar de la eficiencia de esta supercarretera llamada sistema circulatorio, igual hay elementos que están fuera de sus pistas. Es el caso del plasma, por ejemplo, que queda entre los espacios que hay entre las células y que no es reabsorbido por la sangre. Pero como nada se pierde, el cuerpo humano tiene otro sistema para resolver esta situación. Quien se hace cargo de vaciar el plasma es el sistema linfático, el que también drena (da salida a) otros elementos, como residuos celulares, grasas y proteínas. Su estructura está formada por vasos linfáticos pequeños que se unen entre sí para dar origen a canales mayores que van al cuello y desembocan en las venas grandes.

Es así como el sistema linfático se ha convertido en la segunda máquina de transporte y drenaje de las células, además de ser un protagonista importante en el sistema de defensa del organismo.

Quienes son los responsables de proteger a nuestro cuerpo son los nódulos o ganglios linfáticos que se distribuyen en lugares estratégicos a lo largo de los vasos linfáticos de tamaño medio. Se encuentran en la rodilla, el codo, la axila, la ingle, el cuello, el abdomen y el pecho.

Las células que actúan en este proceso de defensa son los linfocitos, que se encuentran envueltas en los nódulos linfáticos y producen los llamados anticuerpos, una proteína que actúa contra otro tipo de esta sustancia conocido como antígeno.

Otros elementos importantes del sistema linfático son el bazo, encargado de la eliminación de células, y el timo, necesario para obtener una inmunidad normal.

Baches en la supercarretera

Como toda autopista, el sistema circulatorio a veces presenta hoyos o baches en el camino, que vendrían siendo las enfermedades que pueden afectarlo. En este caso, tales males pueden ser de dos tipos: congénitos y adquiridos.

Las enfermedades congénitas son aquellas con las cuales viene el ser humano desde su nacimiento, y en este caso surgen cuando comienza a desarrollarse el corazón en el feto, el cual en un principio es un simple tubo contorsionado en forma de S. Después se divide en cinco segmentos, hacia la cuarta semana de gestación, presentando la mayor parte de sus características definitivas alrededor de la octava semana.

Las malformaciones que puede sufrir el corazón suelen deberse a que la madre haya experimentado una enfermedad como la rubéola, diabetes mal controlada o por anormalidades cromosómicas. Esto puede provocar que este órgano no se desarrolle adecuadamente y muestre un inadecuado funcionamiento, que se puede traducir en las siguientes fallas:

  • Estrechez de la aorta: produce una disminución en el flujo sanguíneo.
  • Tabique interauricular defectuoso: permite un riego excesivo de sangre hacia los pulmones.
  • Tetralogía de Fallot: un grupo de cuatro defectos cardíacos.
  • Tabique interventricular defectuoso: facilita el bombeo de demasiada sangre a presión a los pulmones.

Sin embargo, debido a los adelantos que existen en diferentes campos de la medicina, por ejemplo la cirugía, y en los exámenes basados en la tecnología ultrasónica, algunos de estos defectos pueden ser advertidos y reparados antes del nacimiento.


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