Contaminación urbana
En las ciudades, la contaminación se produce por la emisión de gases tóxicos, por la gran producción de basura doméstica e industrial, por las aguas servidas, entre otras variables. Todos estos contaminantes afectan a la atmósfera, al suelo y al agua.
La contaminación ambiental o polución se define como la presencia en el aire de materias extrañas y dañinas o al aumento de sus concentraciones. Estas son emitidas en forma de gases o, bien, como minúsculas partículas sólidas.
Todas estas materias difieren apreciablemente en la reacción y el tiempo de su presencia activa en la atmósfera, motivo por el cual su incidencia sobre la salud del ser humano y los ecosistemas es muy variada.
El smog fotoquímico es un fenómeno común en varias ciudades del mundo y está compuesto por gases dañinos como el ozono troposférico o los dióxidos de azufre. Estos se originan luego de que los óxidos de nitrógeno que están en el aire se ponen en contacto con los rayos solares. Los óxidos de nitrógeno -que en la atmósfera se presentan como una densa capa similar a la niebla- son sustancias emanadas por los vehículos, las industrias y en menor medida los sistemas de calefacción, todos los cuales necesitan de petróleo y sus derivados (como la bencina y la parafina) para funcionar.
Los componentes del smog fotoquímico causan numerosos problemas en el medioambiente y en la salud de las personas. Así, aparte de ensuciar el aire, causa daños sobre zonas forestales y agrícolas cercanas a las ciudades, así como en diversas especies animales. En lo referido a la salud de los ciudadanos, provoca graves problemas respiratorios como bronquitis, asma, enfisema pulmonar, afectando especialmente a niños y ancianos.
Este tipo de smog se desarrolla, especialmente, en ciudades con mucho tráfico, soleadas y con poco movimiento de aire producto de zonas montañosas cercanas. Tal es el caso de la capital de Chile, Santiago.
De esta manera, en invierno a este fenómeno se le conoce como smog ácido, porque las temperaturas son bastante más bajas y las concentraciones de dióxido de azufre aumentan por las emisiones de la calefacción central de las casas. Además, la temperatura del suelo es a veces inferior que la de las capas altas de la atmósfera, haciendo que el aire permanezca cerca del suelo, y con ello los elementos contaminantes.
Hoy, para bajar los índices de smog fotoquímico en los países afectados se están tomando varias medidas, como la disminución de los desplazamientos en vehículo, el uso de convertidores catalíticos en los autos, el empleo de energías limpias (como la eólica y la solar), entre otras.
Otro contaminante del aire es el polvo en suspensión que consiste en pequeñas partículas de polvo o arena que se levantan desde el suelo cuando se barre, por las corrientes de aire, las vibraciones, las pequeñas explosiones o el fuego. Este fenómeno se da, especialmente, en invierno y se puede prevenir regando antes de barrer, evitando cortar árboles, ya que estos captan el polvo en suspensión, y no quemando basura.
Los residuos o basuras domésticas (plásticos, cartones, papel, restos de comida, envases de vidrio y de metal) no solo ensucian la ciudad por sí solas al estar acumuladas y porque muchos de sus componente no son biodegradables (tardan muchos años en descomponerse), sino porque afectan también de manera importante al aire. Esto porque al estar acopiadas en basureros y vertederos generan gas metano y filtran líquidos percolados (fluidos que provienen de la pudrición de la materia orgánica).
También, estudios realizados señalan que los vertederos son fuentes de proliferación de microorganismos, ya que la basura, al encontrarse muy cubierta, apenas se descompone.
Cabe destacar también que la basura y, específicamente, la filtración de los líquidos percolados contaminan también el suelo y el agua (ríos, lagos y mar). Esta situación se incrementa los días de lluvia, ya que estos residuos son fácilmente arrastrados.
Las sustancias que contienen hidrocarburos se manifiestan de forma gaseosa, líquida o sólida. Entre dichas partículas se encuentran el petróleo y sus derivados.
A estos últimos pertenecen los plásticos, unos residuos no biodegradables que, para evitar su efecto dañino, hoy se están reciclando para volver a utilizarlos como materia prima.
El abuso de los productos químicos, como aerosoles, fertilizantes y pesticidas pueden causar contaminación medioambiental y además intoxicación en el ser humano.
Aguas contaminadas
El agua que se bebe y ocupa en las ciudades debe estar limpia y sin ningún tipo de residuos tóxicos, pero algunas veces se infiltran en las capas subterráneas productos químicos, residuos urbanos, agrícolas e industriales que terminan por contaminarla. Por ello, hoy se está purificando en las llamadas plantas de tratamiento. En ellas se realizan varios procesos que se agrupan en tres fases:
Tratamiento primario: incluye la eliminación de arenillas, la filtración, el molido, la floculación (proceso químico que facilita la decantación del agua) y la sedimentación.
Tratamiento secundario: implica la oxidación de la materia orgánica disuelta por medio de lodo activado con bacterias, el cual luego es filtrado.
Tratamiento terciario: a través de procesos biológicos avanzados para la eliminación de nitrógeno y métodos físicos y químicos, como la filtración granular y la absorción por carbono activado, el agua queda finalmente purificada.
Contaminación del campo
Las actividades humanas en el campo tienen un gran impacto en la naturaleza, ya que pueden causar daño a los ecosistemas y su biodiversidad.
En esta zona, lo más frecuente es la contaminación por los siguientes agentes:
– Pesticidas o plaguicidas: estas son sustancias químicas que se utilizan para matar o repeler la acción de pestes o plagas (insectos, arácnidos, etc.), pero que debido a su permanencia en el suelo (varios años, incluso) pueden resultar nocivas, porque afectan su composición natural. Además, estos químicos pueden matar a otros organismos, deteriorando algunas cadenas alimentarias o, simplemente, acabando con dichas especies.
Herbicidas: son productos químicos que se usan para matar malas hierbas o plantas indeseables en terrenos cultivados. Estas tienen un efecto similar a los pesticidas, porque afectan el suelo, pero en este caso pueden dañar a otras especies. Por ello se deben ocupar en dosis adecuadas y tapando el resto de las plantas.
Fertilizantes químicos: las plantas elaboran parte de su alimento extrayendo agua del suelo y oxígeno, hidrógeno y carbono del aire, pero para completar su alimentación necesitan de nutrientes. Los fertilizantes químicos (artificiales) potencian dichos nutrientes o agregan otros de manera tal que las especies vegetales de las tierras cultivadas se desarrollen de manera óptima. Sin embargo, el uso excesivo puede afectar el suelo, el agua y a otras plantas.
Deforestación: la reducción del bosque causada por la tala indiscriminada o quema excesiva para conseguir terrenos para el cultivo agrícola trae consigo un aumento en los niveles de CO2 en la atmósfera, ya que los árboles guardan en sus fibras dicho compuesto, y cuando se cortan, este gas se libera hacia el exterior, contribuyendo a incrementar el efecto invernadero. Además, si los árboles o arbustos son quemados se liberan cantidades extra de CO2 al aire.
Desertificación: es la degradación continua de las tierras secas producto de las actividades del hombre (sobrepastoreo, cultivo agrícola, deforestación, etc.) y las variaciones climáticas (avance de los desiertos en épocas de sequías y su retroceso en periodos de abundantes precipitaciones). Una de sus consecuencias es el aumento de la sedimentación de los ríos y lagos.
Erosión: el viento y el agua arrastran el suelo fértil hacia otros lugares distintos de su origen, afectando a esos otros ecosistemas que reciben este material ajeno. Así, por ejemplo, los sedimentos empujados al mar se depositan como residuos y cambian la composición del fondo marino, sepultando vegetación y tapando cuevas.
Cabe destacar que la erosión de los suelos se acelera por la destrucción de la capa superficial del suelo, producto de malas técnicas de cultivo, el sobrepastoreo y la quema de vegetación o tala del bosque.
Así, aparte de la erosión y de los sedimentos que resultan de ella producto de la degradación de los suelos por actividades humanas, el solo hecho de perder suelos fértiles ya es un grave problema ambiental por sí solo, puesto que las zonas afectadas y su biodiversidad demoran en regenerarse.
Eutrofización
Consiste en un incremento anormal en la concentración de nutrientes de un ecosistema dulceacuícola y costero. Esto hace que disminuya la cuota de oxígeno existente en el agua (hipoxia), o bien se produzca su falta total (anoxia) y por consiguiente mueran especies acuáticas como peces y moluscos.
Los compuestos y elementos que fomentan la eutrofización son los nitratos, fosfatos, potasio (K), hierro (Fe), azufre (S), molibdeno (Mo), zinc (Zn) y manganeso (Mn).
Estos elementos llegan al agua de las siguientes maneras:
1. Aguas residuales ricas en materia orgánica (excrementos o restos de comida, por ejemplo) y detergentes provenientes de zonas urbanas que llegan a ríos y mares.
2. Desechos provenientes de procesos productivos industriales que desembocan en los cursos de agua o en los océanos.
3. Desechos de fertilizantes agrícolas.
4. Deforestación: al eliminar árboles, no hay raíces que absorban el agua del suelo. Así, en lugar de pasar por el sistema vascular de las especies arbóreas y dirigirse a la atmósfera en forma de vapor, el agua se acumula en el suelo y diluye los nutrientes que contiene.
Si el agua se acumula en exceso, aumenta la lixiviación, es decir, una mayor cantidad de nutrientes son arrastrados por el agua de los ríos y lagos, incrementando su concentración en estos ecosistemas.