La variedad de materiales que el hombre puede trabajar, es prácticamente infinito. Las piedras, la madera, el hueso, son algunos de los elementos que le permiten dejar plasmadas sus ideas.
Tallar significa quitar o eliminar de un bloque, todo lo superfluo. Para moldear se necesitan materias maleables y para tallar, materias duras como la piedra, el marfil, el vidrio. Para trabajarlas se usa un cincel, la sierra, el taladro, las gubias, los cuchillos.
El arte popular es creado por el pueblo, y para interpretarlo, hay que adoptar una posición sencilla, de apreciación de lo autóctono y de la tradición nacional. Del vínculo del indígena y del español ha surgido la expresión del saber popular que caracteriza el pueblo chileno. Cuando el arte popular tiene éxito, se hace industrial y surge la artesanía.
Toconao y Pascua
En el norte de Chile, en Atacama, aparece el tallado en piedra volcánica de Toconao. Los motivos preferidos son las tejedoras con sus telares, los personajes típicos y los campanarios de las iglesias nortinas, de factura simple y de rasgos inconfundibles.
En la V Región está la Isla de Pascua, tierra de leyenda, donde surge una población de talladores en madera y piedra volcánica porosa. Rapa Nui, isla de grandes estatuas, fue la primera revelación del arte polinésico. Los pascuenses han elevado a sus muertos más de 500 imágenes, cuya altura varía entre 3 y 15 metros. Una de las figuras que se repite, tanto en la piedra como en la madera, es la del pájaro mensajero: el «manutara».
Centenares de tallados en las rocas, cubren metros cuadrados de superficie, representando plantas y seres de la isla, canoas y figuras mitad hombre y mitad animal.
La zona central
La VI Región, del Libertador Bernardo O´Higgins, fértil a su naturaleza, es también generosa en obras artesanales. Los apareo de huaso, lujo de rodeos y cueca; los estribos y los cuernos de buey, son algunas de sus manifestaciones en tallado.
Vale la pena nombrar el estribo, pieza de madera de las reminiscencias árabes y españolas, por sus decorados en los que abundan las rosetas y las grecas, especialmente en el adorno abotonado, muy común en Malloco y Chillán. Es frecuente hallar cachos chicheros en Llay-Llay, Machalí y Alhué, entre otros lugares.
La Araucanía
En la Araucanía, la artesanía se centra en la tradición indígena. Escultor sobrio, el mapuche se expresa en una dimensión religiosa en volúmenes limpios y de gran carga emotiva.
El rehue y el chemamull son troncos tallados que rematan en amplias cabezas . La máscara ritual, el kollón, se complementa con pelo de crin de caballo.
Por su parte, la mujer mapuche, señora de su ruka, utiliza en su vida cotidiana variados elementos tallados en madera: asientos, morteros, fuentes, cucharas, platos. Y también en piedra, como la cusi o piedra de moler.
Chiloé
La isla de Chiloé es otro mundo, con forma propia. Entre sus tallados de piedra, hay azadones, flechas, cachimbas, cuchillos, punzones y objetos de adorno.
La piedra de Cancahua es arenisca de color negro, o gris oscuro. Abunda en Ancud, tiene aspecto arcilloso, es blanda y se puede trabajar fácilmente para hacer braseros, chimeneas, hornos, morteros y ceniceros.
La imaginería religiosa en Chiloé une lo hispano y lo aborigen en un verdadero mestizaje cultural. El arte religioso chilote es rudimentario, desproporcionado, rígido e ingenuo, pero de un profundo sentido espiritual.
Las maderas más utilizadas son el ciprés, el alerce, el ciruelillo y el canelo oloroso. Sin embargo, pese a toda esta riqueza artesanal, en nuestro país lo típico va desapareciendo. Rescatar las formas tradicionales, es también una forma de recuperar nuestras costumbres, nuestra cultura, nuestros valores, nuestra historia.