Mientras en Europa se comenzaban a explorar las primeras rutas comerciales hacia Oriente (gracias a las Cruzadas) y ciudades como Venecia y Génova se instalaban como los principales puertos del Mediterráneo, un joven de tan solo 17 años iniciaba un viaje que duraría más de veinte años por el Lejano Oriente. Una travesía que se extendió hasta China y que mostró tesoros inimaginables al joven mercader. Su nombre era Marco Polo, viajero y explorador, cuyos relatos sobre su viaje sirvieron para describir zonas inexploradas por los occidentales.
Hijo de una ilustre familia de comerciantes, Marco Polo nació en el año 1254 en la ciudad de Korcula, entonces dependiente de Venecia. Al poco tiempo de nacer fue abandonado por su padre, quien emprendió un viaje hacia el Lejano Oriente. Marco se quedó en Venecia en compañía de su madre, a la espera de la llegada de su padre, Niccolo, y su tío Maffeo. La travesía sería la base de la aventura posterior que iniciaría Marco.
Los inicios de la expedición
Luego de su travesía por Oriente, los hermanos Polo llegaron a la capital del imperio mongol, donde establecieron relaciones comerciales con el emperador Kublai Khan, nieto de Gengis Khan. Sorprendido por la visita de extranjeros, Kublai les pidió que le contaran todo sobre su cultura y sus costumbres. Al poco tiempo, los nombró embajadores, encomendándoles la misión de hablar con el papa en su nombre, para que este le enviara sabios y sacerdotes a su imperio.
Niccolo y Maffeo retornaron a Venecia en el año 1269. A su llegada los esperaba un joven Marco Polo, quien quedó impresionado con los relatos de su tío y su padre. Sin dudarlo, apenas iniciaran el retorno hacia las tierras de Kublai Khan, él los acompañaría. Tras hablar con el papa Gregorio X, se autorizó el envío de dos monjes dominicos como embajadores de la Iglesia. Cumplida la misión de hablar con el papa, Niccolo, Maffeo, Marco y los dos monjes partirían en el año 1271 hacia Oriente.
En la corte de Kublai Khan
Los Polo tuvieron que resistir un arriesgado viaje. A pesar de portar pasaportes emitidos por el papa y el Khan, los peligros fueron múltiples y las condiciones se volvían cada vez más difíciles. En Armenia, asustados por los ataques de vándalos, los monjes rehusaron continuar. En definitiva, tardaron casi cuatro años en llegar a la corte del emperador mongol.
En 1275, Kublai Khan los recibió en Cathay (la actual China), donde Marco Polo logró una gran empatía con el emperador. Pronto aprendió la lengua tártara y se adaptó a las costumbres de la zona. Admiró el lujo con que vivía el soberano Kublai y, poco a poco, se ganó la confianza del Khan, quien lo designó parte de su equipo diplomático. En tanto, su padre y su tío estuvieron al servicio del monarca como consejeros militares.
Como diplomático, Marco Polo realizó varias misiones de reconocimiento en China, en los mares cercanos a la India, Ceylán (actual Sri Lanka) y en Cochinchina (territorio comprendido entre Vietnam y Camboya). Entre 1277 y 1280 fue designado gobernador de la ciudad de Yang-Techen. El emperador gozaba de su compañía y de los relatos que seguían a las diferentes expediciones que realizaba Marco Polo. Esta fue una de las razones por las que el emperador Kublai Khan se opuso con tenacidad al regreso de los venecianos a su país natal.
El retorno
Finalmente, en 1292, Marco, su padre y su tío obtuvieron el permiso del Gran Khan para retornar a su país. Pero antes debían cumplir una misión: acompañar el viaje de una princesa china que se iba a casar con el rey de los tártaros en Persia. Con una gran número de cortesanos zarparon desde el puerto de Quanzhou, en una lujosa flota de naves imperiales. Recorrieron Sumatra, el sur de la India, el océano Índico y el Golfo Pérsico, hasta el estrecho de Ormuz, donde entregaron a la princesa. A continuación navegaron por el Mar Negro, para llegar a la ciudad de Constantinopla.
Luego de tres años de viaje, arribaron a Venecia. Ningún habitante los reconoció. Sus vestimentas ya no eran las mismas; habían casi olvidado su lengua materna y ni siquiera sus familiares los identificaban. Sin embargo, deslumbraron a todos con las riquezas que traían desde Oriente. Sedas, especias y joyas estaban entre los productos, así como también la desconocida pólvora y la porcelana.
La vida de los Polo volvió a la normalidad. Las riquezas traídas desde Oriente les aseguraban un futuro estable. Sin embargo, en el año 1296, las repúblicas de Génova y Venecia se declararon la guerra. Marco Polo se embarcó y capitaneó una galera veneciana. En medio de la batalla de Curzola (mar Adriático), el aventurero fue capturado y apresado en una mazmorra genovesa. Su compañero de celda fue Rusticiano de Pisa, un escritor de novelas caballerescas. Su importancia fue vital para que el mundo entero conociera las aventuras de Marco Polo.
El Libro de las Maravillas
En el encierro, Marco Polo fue relatando todas sus aventuras a Rusticiano. En un comienzo, este no creía las historias y mundos fantásticos que recreaba el viajero. Incluso pensó que Polo estaba loco. Sin embargo, poco a poco los recuerdos parecían tan fabulosos que Rusticiano comenzó a escribirlos. Tres años de encierro (tras los cuales ambos fueron liberados) bastaron para que surgiera “El libro de Marco Polo, ciudadano de Venecia, llamado Il Milione, en el que se narran las maravillas del mundo”, publicado a principios del siglo XIV.
El libro, que tuvo una primera y gran difusión en Francia, sirvió para que la Europa Medieval conociera el lejano Oriente y se percatara de que, más allá de lo conocido, existía una cultura tan avanzada como la de ellos, en la que utilizaban el papel moneda y un calendario solar. Sin duda, los relatos de Marco Polo sirvieron para conocer territorios inexplorados (como Siam y Java, entre otros) y se utilizaron como modelo para elaborar los primeros mapas confiables de Asia que se hicieron en Europa.
Marco Polo murió en Venecia el 8 de enero de 1324, a la edad de 70 años. Su nombre quedó inscrito en la historia como el viajero que reveló los misterios de Asia. Si bien hasta el día de hoy es cuestionado por la veracidad de sus historias, se destaca su capacidad de observar y memorizar tantos lugares y tantas historias, detallando fielmente el Lejano Oriente.
¿Realidad o leyenda?
Muchas historias que componen el libro de Marco Polo son consideradas irreales o inexactas. La imaginación exagerada del explorador lo llevó a relatar, por ejemplo, que en la ciudad china de Kinsai era posible encontrar 12.000 puentes de piedra, bajo la mayoría de los cuales podría pasar una gran embarcación. También, al referirse a las naves de los tártaros, decía que las más pequeñas medían más de 300 pies de largo, unos 91 metros.
Costumbres novedosas
La organización administrativa del imperio de Kublai Khan sorprendió a Marco Polo. En sus relatos destaca el sistema de correos utilizado, la construcción de maravillosas obras públicas, el trabajo artesanal de la seda y el uso del papel moneda. Además, reveló costumbres que provocaron gran revuelo en Europa, como la poligamia y la incineración