El 1 de abril de 1939 se firmó el último parte de guerra, que contenía la proclamación de la victoria de las tropas nacionalistas. Este fue el comienzo de casi 40 años de gobierno franquista. Muchos republicanos se fueron a países extranjeros. Otros se quedaron en España, pero tuvieron que sufrir las represalias de los vencedores.
El «caudillo» tenía en su poder las riendas del ejército, del partido (la Falange) y del gobierno; pero tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, su régimen vivió un largo período de aislamiento, del que sólo saldría gracias al inicio de la Guerra Fría (a finales de los años cuarenta).
Paulatinamente, entre 1951 y 1959 España salió de su soledad y se vivieron los llamados «años de transición», en los que la sociedad española vio cómo el espíritu de la Guerra Civil empezaba a apaciguarse. En 1953 se firmó un Concordato con la Santa Sede, que supondría un nuevo espaldarazo para el régimen franquista, al contar con el firme apoyo de la Iglesia. En diciembre de 1955, España consiguió ingresar en la ONU como miembro de pleno derecho.
El siguiente período (1959 y 1973) sería la época del desarrollo. España conoció uno de los mayores crecimientos económicos de su historia. Pero desde mediados de 1973 se inició una nueva etapa, marcada por la crisis política. Por primera vez, Franco designó como presidente del gobierno a una persona ajena a él. El elegido fue el almirante Luis Carrero Blanco (11 de junio de 1973), quien sufrió un mortal atentado a manos de la organización ETA, el 20 de diciembre del mismo año.
En julio de 1974, Franco enfermó gravemente y cedió temporalmente la jefatura del Estado al príncipe Juan Carlos. El 20 de noviembre de 1975, Franco falleció. Dos días después, la Corte designó rey de España a Juan Carlos de Borbón.