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Datos biográficos

Cayo Julio César, audaz político y estratego romano, nació en julio del año 100 a.C., en el seno de una de las familias más importantes de la ciudad. En ese entonces, Roma era considerada como la primera potencia del Mediterráneo. Sin embargo, la República enfrentaba problemas internos, revueltas sociales e injusticias económicas que estaban enriqueciendo solo a los que detentaban el poder.

En medio de este clima social y político, Julio César gozó de los privilegios que le otorgaba el pertenecer a una familia patricia (noble, descendiente de los primeros senadores romanos). Recibió una educación orientada hacia la política y desde adolescente demostró enormes dotes como orador. Luego de una guerra civil que enfrentó al general Cayo Mario (tío de Julio César) con Sila, este último se impuso como dictador de Roma, persiguiendo a todo aquel que considerara un enemigo. Entre ellos estaba Julio César, quien tuvo que huir a Asia.

En el año 78 a C., tras la muerte de Sila, Julio César regresó del exilio, integrándose de inmediato a la vida política. Ocupó un puesto como recaudador de impuestos en España y al poco tiempo fue escogido edil curul, encargado de los festejos y urbanismo. Finalmente, ocupó el cargo de gobernador de España, enviado por las autoridades de la época que ya estaban alertadas de su popularidad. Allí rehízo su fortuna y consiguió prestigio militar.

Julio César toma el poder

En aquellos años, Roma se encontraba bajo una efervescente actividad política. Para controlar esta situación, en el 60 a.C., Julio César fomentó la instauración de un triunvirato (junta de tres personas) militar, en compañía de Pompeyo y Craso. De estos tres personajes, el más popular fue César, quien consiguió un año más tarde la dignidad de cónsul. Desde este cargo ejerció un fuerte control sobre el Senado y otorgó estabilidad a las provincias del Imperio. Además, lideró la conquista de la Galia transalpina y prosiguió con su ejército hasta Germania y Britania. Su poderío militar era reconocido por muchos, pero la situación política y social en Roma no mejoraba.

Todo desembocó en una guerra civil que enfrentó a los adherentes de Julio César y Pompeyo, en el año 49 a.C. Este hecho precipitó la caída de la República romana y anunció la llegada del Imperio. Julio César venció a Pompeyo en la batalla de Farsalia, el 48 a.C., siendo designado por el Senado como dictador vitalicio. Para mejorar la situación social, repartió dinero entre los pobres y creó puestos de trabajo con la implementación de un plan de obras públicas. Incluso repartió tierras a más de 80 mil ciudadanos y a los veteranos de sus legiones. Otra de sus obras fue el perfeccionamiento del calendario etrusco (de Etruria, país de Italia antigua), al que le agregó un año bisiesto (el que tiene un día más que el año común, añadido al mes de febrero) cada cuatro años, creando el calendario juliano, así como también la fundación de colonias en África, Hispania y las Galias.

El asesinato

A pesar de que Julio César otorgó estabilidad y fortuna a Roma, su poder despertó la envidia de muchos. Entre los nobles era considerado un verdadero tirano y existía el temor de que en cualquier momento se autoproclamara rey. Entonces Calpurnia, su mujer, y los adivinos comenzaron a vaticinarle desgracias.

El 15 de marzo de 44 a.C., Julio César decidió ir al Senado sin su escolta, para debatir sus próximos planes. Sentado en la tribuna, recibió una puñalada en la espalda. Luego vinieron 22 más, pero solo una de ellas fue mortal. La conspiración había sido todo un éxito. Los senadores, encabezados por Cayo Casio y Marco Junio Bruto, habían logrado su objetivo: dar muerte a César.

César, sinónimo de poder

El sobrenombre, o cognomen, César se convirtió con el paso del tiempo en sinónimo de poder. De Caesar proviene kaiser en alemán, cszar o zar en ruso y qaysar, rey o líder en árabe, palabras que en todos los casos identifican cargos políticos de gran poder e influencia.

«Vine, vi y vencí»

Sin duda, el mayor éxito militar de Julio César fue la derrota del rey Farnaces, que gobernaba el Ponto (norte de Turquía). Según los relatos de la época, la batalla duró solo cuatro horas y dio origen, en un informe escrito al Senado, al famoso lema Vini, vidi, vinci («Vine, vi y vencí»), relacionado con la rapidez de la victoria.


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