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Luego de la guerra contra Afganistán, los ojos de Estados Unidos se dirigieron hacia Irak, mencionado junto a países como Corea del Norte e Irán «y sus aliados terroristas» como integrantes de un «eje del mal que se arma para amenazar la paz del mundo», según palabras de Bush.

Asimismo, el mandatario estadounidense impulsó la teoría de la «guerra preventiva», que consistía en utilizar la fuerza militar allí donde «fuera necesario para defender nuestra libertad y nuestras vidas». Este nuevo concepto le permitía invadir cualquier territorio que considerara un peligro para la seguridad de Estados Unidos. Condoleezza Rice, consejera de seguridad de Estados Unidos, afirmó que «no podemos permitirnos el lujo de no hacer nada sobre Irak».

Sin embargo, a diferencia del conflicto en Afganistán, esta actitud de Estados Unidos no contó con el apoyo de la ONU y del resto del mundo, a excepción de países como España e Inglaterra. El Primer Ministro de esta última nación, Tony Blair, aseguró, sobre la base de un informe de inteligencia que no presentaba pruebas concretas, que Irak había desarrollado planes para usar armas químicas y biológicas.

Entretanto y luego de varias negociaciones, Saddam Hussein, dirigente máximo del partido gobernante Baas y Presidente de Irak, aceptó la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que lo presionaba para que dejara ingresar a su país a los inspectores de armas de la ONU.

Pero Collin Powell, secretario de Estado de Estados Unidos, presentó en febrero de 2003, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, una serie de grabaciones telefónicas, imágenes satelitales e informes de inteligencia tendientes a demostrar que Irak escondía armas de destrucción masiva, continuaba sus contactos con Al Qaeda y engañaba a los inspectores.

Pero unas semanas más tarde, un nuevo informe de los inspectores de la ONU, presididos por Hans Blix el director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed el Baradel, insistió en que no se habían hallado armas de destrucción masiva en Irak. Solo se habían encontrado misiles Al-Samoud 2, que violaban las restricciones impuestas después de la primera Guerra del Golfo (1991) y que Irak había comenzado a destruir. Pero Estados Unidos declaró que eso era insuficiente y que ahora buscaba no solo el desarme del país de Asia Menor, sino que el cambio de régimen político.

La guerra

A pesar de las multitudinarias manifestaciones anti bélicas en la mayoría de las principales ciudades del mundo, y de que Blix sólo pedía algunos meses para terminar su trabajo inspectivo, el 17 de marzo de 2003 Bush dio 48 horas a Hussein (quien tampoco había contribuido a calmar los ánimos con sus encendidas declaraciones anti estadounidenses) para abandonar el país junto a su familia. El ultimátum fue rechazado y la ONU evacuó a sus inspectores y al resto de su personal.

El 20 de marzo se inició el bombardeo sobre Bagdad, la capital de Irak, comenzando la segunda Guerra del Golfo, entre ese país y una coalición formada por Estados Unidos e Inglaterra más algunos aliados menores (España, Marruecos y Palau, entre otros).

Durante los primeros dos días cayeron más de tres mil misiles en la zona.

Más tarde, con el apoyo de los británicos, 90.000 soldados estadounidenses invadieron Irak y rodearon sus principales ciudades. Al contrario de lo que se creía, la resistencia del ejército iraquí, compuesto por alrededor de 390 mil soldados y de las milicias fedayines, fue débil. El 9 de abril de 2003 fue derribada en Bagdad una gigantesca estatua de Hussein por un grupo de bagdadíes, con la ayuda de los estadounidenses, y el 14 de abril caía Tikrit, ciudad natal de Hussein y último bastión del régimen.

Pero el fin del conflicto no trajo la paz, ya que sangrientos atentados atribuidos a seguidores de Saddam Hussein mataron a más iraquíes y soldados de la coalición que durante la campaña bélica. Sólo desde el final de la guerra han muerto cerca de 800 soldados y, aproximadamente, 8.000 civiles iraquíes.

Tampoco se capturó de inmediato a Hussein y su familia, ya que este y varios líderes iraquíes lograron escapar. Sin embargo, algunos de los dirigentes se entregaron cuando el comando militar de la coalición difundió una lista con los 55 más buscados para capturarlos o matarlos. Además, a fines de julio, los dos hijos de Hussein, Qusay y Uday, murieron durante un enfrentamiento con las tropas estadounidenses en una casa en Mosul, donde se ocultaban. Pero sólo en diciembre Saddam Hussein fue capturado.

La última acción militar importante después de la caída de Hussein fue la operación bautizada como Furia Fantasma, donde participaron cerca de 10.000 soldados norteamericanos y 2.000 iraquíes. Este operativo comenzó el 9 de noviembre pasado (2004) y su objetivo fue tomar el control de la ciudad de Falluja, uno de los postreros refugios de los sunnitas leales a Hussein y donde se cree que se escondía el terrorista jordano Abu Musab al-Zarqawi, presunto responsable de muchas de las decapitaciones de rehenes extranjeros, ocurridas últimamente y uno de los principales dirigentes de Al Qaeda.

¿Sabías que?

Más de 170.000 obras de arte, entre ellas objetos de 5.000 años de antigüedad y de incalculable valor, fueron saqueadas en Irak durante el segundo conflicto entre este país y Estados Unidos.


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