El avance tecnológico esencial para el estudio de la célula fue el microscopio. Aunque el principio fundamental de este instrumento fue establecido por los hermanos Janssen en 1590, no fue sino hasta 1665 que Robert Hooke lo perfeccionó y utilizó para el estudio de las células, aunque todavía sin la finalidad clara que hoy tiene.
Fue Hooke quien llamó por primera vez células а estas pequeñas unidades orgánicas que componían un cuerpo; célula, que, en latín, quiere decir celdilla.
Importancia del microscopio
En 1675 el holandés Antón Leeuwenhock, ayudado por lentes pulidas por él mismo, realizó varias observaciones de numerosos y variados «animalitos», como denominó a los organismos unicelulares. El resultado de tales estudios lo envió a la Sociedad Real de Londres.
Antes, en 1671, los biólogos Grew y Malpighi describieron las células como utrículos o cavidades llenas de sustancia blanda y rodeadas por materia consistente. Pero dieron más importancia a las paredes blancas que al contenido que albergaban.
Un siglo después, en 1772, Corti observó el movimiento autónomo en la célula y desde entonces fue considerada elemento vivo, adquiriendo más importancia su contenido que las paredes celulares.
A partir de este momento, el estudio de las células avanzó a grandes pasos. En 1840 Purkinje centró su investigación en los animales superiores y designó con el nombre de protoplasma a la materia viva de la organización celular.
Avances tecnológicos
El microscopio de lentes permitió el estudio intenso de las células en su aspecto morfológico (su forma). Pero a pesar de las mejoras que se fueron introduciendo paulatinamente a este instrumento, se llegó a un límite: a causa de las aberraciones esféricas y cromáticas (después de cierta cantidad de aumentos, las imágenes comenzaban a distorsionarse) no podían lograrse mayores aumentos sin sacrificar la buena observación de los detalles.
Por este motivo, la ultramicroscopía y la aplicación al microscopio de fases contrastadas han sido adelantos importantes.
Sin embargo, y a pesar de todas estas mejoras técnicas, la célula se conoció sólo en forma limitada, quedando en las sombras y sin respuesta muchas de las incógnitas planteadas por las estructuras.
El deseo de avanzar en este campo fue un fuerte incentivo para biólogos y bioquímicos, y comenzó una febril carrera por desarrollar técnicas que facilitaran el conocimiento científico; es así como se llegó al microscopio electrónico de barrido, el de transmisión, y el análisis de difracción de rayos X, la ultracentrifugación y otros medios ultramodernos.
Con todos estos avances se han podido conocer estructuras celulares muy finas, estableciendo un puente entre la morfología celular y la comprensión de las funciones de la célula en sí y de sus partes.