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Se conoce como Revolución Mexicana el período de una década (1910-1920) durante la cual se produjeron revueltas políticas y sociales de importancia. De ésta situación emergió, finalmente, el Estado mexicano moderno.

Los acontecimientos revolucionarios se originaron como reacción en contra del gobierno de Porfirio Díaz que se mantuvo en el poder durante más de treinta años. Encabezó el movimiento en contra del «porfiriato» , Francisco I. Madero quien, aunque tuvo mucho apoyo popular, no logró dar respuesta a los sectores campesinos, que pedían una reforma agraria.

Encabezados por Emiliano Zapata, los agraristas se levantaron en contra de Madero en el Estado de Morelos. Este ejemplo fue seguido por otros caudillos, como Orozco en Chihuahua. Por otra parte los Estados Unidos, partidarios de Porfirio Díaz, vieron peligrar sus intereses en México y alentaron el descontento y dirigieron, a través de su embajador Henry Lane Wilson, un motín que culminó con el asesinato de Madero en 1913.

A la muerte de Madero, asumió el general Victoriano Huerta, considerado un traidor por haberse pasado de las filas maderistas a las de los conservadores, sustentados por Estados Unidos. Pero el gobierno de Huerta no se prolongó por mucho tiempo, porque la causa revolucionaria de los agraristas se multiplicó con otros movimientos pupulares integrados por obreros de regiones urbanas y mineros. Entre estos grupos revolucionarios, destacaron los dirigidos por Pancho Villa (Doroteo Arango) y Venustiano Carranza.

Una vez más Estados Unidos tomó parte en el conflicto interno de México, tratando de serenar la situación y defender sus intereses. Esta vez apostó a la causa de la revolución, puesto que había cobrado fuerza y estaba ganando la partida. Así, Victoriano Huerta fue obligado a renunciar y a exiliarse.

A la caída de Huerta tomó el mando de la nación Venustiano Carranza, quien aunque logró apoyo de los sectores populares y de los intelectuales, no logró pacificar a los agraristas de Zapata. Además Pancho Villa rivalizaba con Carranza por el poder, lo que llevó al caudillo a unirse a Zapata.

En septiembre de 1916, Carranza convocó un Congreso Constituyente en Querétaro, donde se elaboró la Constitución de 1917, que consolidaba algunas de las reformas económicas y sociales defendidas por la revolución, en especial la propiedad de la tierra, la regulación de la economía o la protección de los trabajadores. En las elecciones posteriores, Carranza fue elegido Presidente de la República y tomó posesión de su cargo el 10 de mayo de 1917.

Ese mismo año fue promulgada la Constitución, pero en algunas regiones de México la guerra continuó hasta 1920. Cuando terminó, muchas cosas habían cambiado. El país quedó en manos de una nueva generación de hombres y mujeres fogueados en la revolución. 

Zapata mantuvo la insurrección en el sur hasta que, víctima de una traición preparada por Pablo González, cayó en una emboscada en la hacienda de San Juan Chinameca, donde el 10 de abril de 1919 fue asesinado.

Un año más tarde, el General Alvaro Obregón abandonó las filas del presidente Carranza y se transformó en opositor. Carranza huyó de México y fue asesinado el 21 de mayo de 1920. En el mes de noviembre de este mismo año, Obregón fue elegido como presidente.

Desde entonces, el 20 de noviembre quedó institucionalizado como el día de la Revolución Mexicana, puesto que en ese entonces se volvió a la tranquilidad y a la senda constitucionalista, instaurando muchas de las medidas que postularon los revolucionarios.


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